domingo, 7 de febrero de 2016

MUSIKENE - CENTRO SUPERIOR DE MÚSICA DEL PAÍS VASCO


Foto: Gaz arquitectos

Proyecto: Musikene - Centro Superior de Música del País Vasco.
Ubicación: Donostia-San Sebastián.
Superficie útil: 13.000m².
Presupuesto final: 25 millones de Euros.
Arquitectos: GAZ Arquitectos (Aitor Gurtubay, Asier Atxurra, Unai Zelaieta).
www.gazarquitectos.com


INTRODUCCIÓN

El recién finalizado edificio Musikene alberga en una única sede el Centro Superior de Música del País Vasco. El proyecto diseñado y ejecutado por el estudio bilbaíno GAZ Arquitectos fue la propuesta ganadora de un concurso de ideas lanzado en 2007 por el Departamento de Educación del Gobieno Vasco, al que se presentaron 45 propuestas. Según las diferentes informaciones extraídas de internet, debido a la crisis el presupuesto se vio reducido de 40 millones de euros a los 25 finales, habiendo sido necesario por parte de los arquitectos reducir el proyecto inicial a las circunstancias económicas. El resultado final es un edificio con 13.000m² de superficie útil para impartir el Grado Superior de las Enseñanzas de Música, con 65 aulas y 39 cabinas de estudio individual, así como un auditorio para 420 personas.

En palabras de Asier Atutxa, del equipo de GAZ arquitectos, "concebimos el edificio como un volumen que se expande para ocupar toda la parcela. Es un volumen de negro lacado, como si se tratara del color de un piano de cola, que luego es tallado para conseguir que la luz penetre en todos los espacios. En la parte alta del edificio emerge hacia el exterior el color dorado que contrasta con el negro, de modo que da personalidad a la construcción".


                                                                       Foto: Inma López

                                                                     Foto: Inma López





En la descripción que realizan los arquitectos en su página web se pone de manifiesto el problema urbanístico al que se han enfrentado, con una parcela pequeña y un programa complejo. También se indica la intención inicial de que las partes doradas de la fachada fueran de vidrio, que finalmente se han sido ejecutadas con chapa perforada plegada.

"El edificio es el resultado del concurso para la realización del Centro Superior de Música del País Vasco. Un denso programa de necesidades en un solar encorsetado, nos condiciona a disponer del volumen máximo permitido por la normativa. La gran compartimentación del mismo, obliga a estirar la superficie de fachada para conseguir iluminar todos y cada uno de los espacios del futuro edificio.
Curiosamente, de esta necesidad nace la distinción formal del edificio: Tres grandes incisiones tallan la pieza mediante unas cortes limpios y cristalinos, mostrando su interior brillante a la ciudad. El contraste entre la fachada externa de aluminio lacado en negro y la interna de vidrio dorado acercan este edificio a la simbología musical. El volumen rodea y protege una valiosa pieza en su interior: El auditorio. El mismo se configura como núcleo vital del edificio.
Se trata de un corazón dorado. Su resplandor se proyecta a la ciudad a través de los patios cristalinos, que como grandes pantallas acústicas doradas convertirán al centro Superior de Música del País Vasco en un conjunto reconocible para todos".

                                                                Fotos: Gaz arquitectos

ANÁLISIS

En mi opinión, el edificio es una atrevida y muy acertada apuesta volumétrica y conceptual. Se trata de un poliédrico edificio que resulta potente, rotundo y rompedor. La mezcla del color negro brillante de la "cáscara" con el dorado de los volúmenes vaciados da coherencia a la idea del proyecto y le dota al edificio de un cariz elegante.

ESCALA E INTEGRACIÓN CON EL ENTORNO

El edificio ha sido inagurado recientemente, y es por ello que aún no ha recibido mucho eco mediático, pero hay ciertos aspectos que pueden generar controversia en el futuro. Como ya se ha apuntado anteriormente, son evidentes los problemas urbanísticos a los que se han enfrentado los arquitectos. El edificio, con una altura de 26 metros, agota los límites de edificabilidad de la parcela para dar cabida al apretado programa de necesidades, resultando un poco grande en relación al los edificios circundantes. Su rotunda cáscara negra acentúa en este caso el contraste con los edificios del entorno (que son, por cierto, de lo más dispar), pudiendo pensarse que, en realidad, el edificio no se integra con el entorno con mucho acierto. ¿Y qué culpa tiene, si el entrono no es demasiado "agraciado"? La parcela se encuentra junto a una rotonda de mucho tránsito, y se sitúa cerca del campus universitario, además de lindar con edificios de viviendas preexistentes de diferentes edades. Es una parcela vacía, un terrain-vague, en la cual alguien ha decidido que se instale este edificio dotacional. La mala noticia es la dudosa calidad urbanística de la zona, que no resuelve ni articula estas zonas en medio de nada dentro de las ciudades; y la buena es que se tuvo a bien hacer un concurso de ideas y otorgar el primer premio a una buena apuesta arquitectónica.

La sensación que le queda a uno es que este edificio está pidiendo a gritos estar más aislado y no tan "apretado", tener cierto protagonismo y poder ser observado y disfrutado con más perspectiva. Cabe así la posibilidad de que el edificio esté sujeto a estar en eterna disputa con un etorno, que parezca "un poco grande", "un poco autista" y que no "pegue con el entorno". Pero es al menos necesario contextualizar los condicionantes que se dan en estos procesos arquitectónicos para comprender los resultados.




Además de lo efectista de las chapas perforadas doradas, hay que recalcar la utilización de chapas modulares de aluminio negro, que permiten el abaratamiento del proceso constructivo. Teniendo el clima del País Vasco, ¿Cuál será el envejecimiento de esas chapas tan lisas y brillantes? ¿Aguantarán bien los contrastes térmicos y de humedad? ¿Tendrá la fachada el mantenimiento adecuado? Esperemos que sí.

Manchas en la fachada



                                                                    Foto: Inma López

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